26 de febrero de 2007

Una locomotora se escapa del galpón y corre sola hasta el muelle de los elevadores

Fue el 4 de febrero del 67, en el galpón de máquinas, entró la 3487, la local, la dejaron estacionada ahí para salir a las 14, y se fueron todos, los movedores, los cambistas. A eso de las 13 la máquina empezó a levantar presión, y arrancó, que traque traque traque traque, salio del galpón de locomotoras, entró en la playa y agarró por la vía de los elevadores, cada vez tomando más velocidad; en elevador esa tarde no se trabajaba porque era sábado, había un barco de cada lado, y dos vagones esos de dos ejes, cerealeros, la máquina había tomado tanta velocidad, cuando llegó allá los arrancó, los golpeó, los empujó para la punta del muelle, tiró uno al agua, el otro quedó colgado, que después cayó también. Y en la punta estaban pescando cuatro hombres en una canoa y cuando vieron semejante... que se les venía encima, alcanzaron a meterse abajo del muelle y el vagón ¡bum! al agua y estuvo como más de veinte años, el vagón ese, hasta que los sacaron; la máquina quedo ahí, 3487, clase 8, local.

Esta es la anécdota estrella, y cada vez que Pedro la cuenta, explica que la locomotora se escapa porque los cilindros pierden y se llenan de agua y la máquina empieza a tomar presión sola, y que eso pasó no una sino varias veces, como con la 1564, que estaba frente a la estación a órdenes, en el año 63.

(Pero no me digan que no produce una cierta fascinación la idea de que la locomotora, como un bicho de hierro, haya podido ponerse en marcha sola y, abrasada por el calor del mediodía, haya salido corriendo, desesperada, hacia el mar).

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