6 de marzo de 2008

Comidas

Estos días Pedro no andaba muy bien: la comida no le pasaba, sentía acidez y por eso perdió bastante peso. Ayer fue a ver a su doctora de cabecera, empezó a tomar las pastillas que le recetaron y ya hoy a la mañana, cuenta, tomó su desayuno con galletitas y dulce de leche.
Hoy trajo esta foto:

Esta foto es de cuando yo comía en las pensiones; en el año 61 me pelee con mi padrastro, me fui; del 61 al 64 comía en la pensión Juventud de Pascual Mazzeo, en White, en Siches 3857, ahora hay una casa de compra y venta.

En la foto están parados: Francisco Manrique, ferroviario trabajaba en señales y comunicaciones, tenía que andar en los velocípedos, Francisco di Giorgio en los remolcadores vaporeros que eran de la agencia Dodero, el remolcador Lidiador; Hector Perfiglio, en el Ministerio de Obras Públicas, mecánico en el taller, en la Draga; Pascual Mazzeo, el dueño de la pensión. Sentados están Ricardo Simonetti, de la Junta; Francisco Di Giorgio, estudiante, hijo del anterior; yo, Pedro Caballero; Mario Rosales, foguista, era de Patagones; Basilio Alonso, trabajaba en la estación Ingeniero White, y este es el famoso peluquero José Lamas, alias Pepe, 90 años cumplió el otro día, jubilado, ahí anda.

¿y la cabeza que se ve en primer plano?

Salvador Bendigni, murió a los 53 años, trabajaba en el remolcador con el padre.

Después fui a comer a la pensión El Ancla, en calle Guillermo Torres, Salvador Balane el dueño, después cerró, y cambió de oficio y puso un cabaret, El Tiburón. De ahí fui a comer al Caballito Blanco, en Guillermo Torres 3577, ahora está abandonado; antes ese local se llamaba El Colonial, era un tugurio de mala fama, se dice que hay enterrados varios que mataron ahí. A veces comía en lo de Smith y en la pensión de Ramón Morales, en Brown y Plunkett, ahi iba también Pablo Ñanful.


En el 68 falleció mi padrastro y volví con mi mamá y con mi hermano, hasta el 87 que ella se enfermó. Vine a vivir otra vez acá a la colonia, y me encontré con la familia Miranda, y hace veintipico de años que voy a buscar la vianda todos los días, doña Mirta y don Carlos, me atienden muy bien, hago de cuenta que soy de la familia, la misma comida que hacen para ellos la hacen para mí.

Vamos a ver qué me toca hoy, después paso a buscar la comida.

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